¿Tú qué harías con la moda emprendedora?
Artículo realizado por Gonzalo Carriazo, Gerente de Inversiones en UNIR Emprende.
Oye Gonzalo, ¿estás a favor o en contra de la «burbuja» de emprendedores? Pues mira, en mi opinión antes de nada deberíamos intentar llamar a las cosas por su nombre, y el de «burbuja» no es el adecuado en este caso. Lo de «burbuja» se aplica normalmente a un fenómeno económico caracterizado por una subida brutal de los precios de un activo o de un producto, que sin ningún motivo razonable se sitúan en cotas alejadísimas de lo que cualquiera consideraría un valor normal. Como hemos tenido ocasión de comprobar recientemente, los efectos de «pinchar» las burbujas pueden ser devastadores para una economía. Por eso mismo creo que no es adecuado hablar de «burbuja» de emprendedores para referirse a algo que, como mucho, se puede calificar de moda. Aparte, aquí no hay ningún producto cuyo precio se esté disparando. No, esto es simple y llanamente una moda, una fiebre si me apuras, pero no una «burbuja», que como digo tiene unas connotaciones negativas que no aplican ni de lejos en este caso. ¿O es que, cuando pinchemos esta «burbuja» de los emprendedores, el PIB se va a retraer 5 puntos o se van a perder dos millones de empleos?
Si os parece, por tanto, lo dejamos en la moda de los emprendedores, sin los tintes peyorativos que la palabra «burbuja» deja tras de sí. Pues bien, una vez de acuerdo en esto, sigamos con nuestro análisis para ver si nos formamos una opinión al respecto. Voy a tratar de repasar los argumentos que leo últimamente en contra de esta nueva fiebre, buscando a la vez los aspectos positivos, a ver si entro en resonancia con alguno.
Hay muchas empresas que se aprovechan de la burbuja para hacer marketing, sin ningún interés real por ayudar a los emprendedores. Bien, me gustaría empezar señalando que semejante treta me preocuparía si lo hiciera el gobierno con el dinero que pago con mis impuestos, pero lo que una empresa privada haga con su caja la verdad es que, en principio, me trae sin cuidado.
Me parece algo ingenuo pensar que una empresa pueda dedicarse a repartir dinero alegremente sin ninguna razón más allá del puro altruismo. Que se comporte así una ONG es razonable, pero una empresa por definición tiene ánimo de lucro. Un comportamiento semejante, sin ninguna explicación, llevaría consigo la destitución inmediata de su director general, como mínimo. Por tanto, tiene que haber motivos que expliquen este interés de muchas empresas por el mundo emprendedor, algunas sin ninguna relación previa conocida con él.
Uno de ellos, bastante evidente, es el del marketing, es verdad. No nos engañemos, no solo los políticos se han percatado de las ventajas de asociar su imagen a esta realidad fresca y esperanzadora que suponen los emprendedores. El razonamiento es sencillo: promocionemos de una manera u otra a los emprendedores, y empapemos nuestra marca de ese elixir innovador que ahora mismo «vende». El mismo dinero que se gastarían en una nueva campaña en TV, en prensa, o en Google, lo dedicarán de esta manera a financiar proyectos emprendedores. ¿Pero por qué quejarnos por ello? Seguro que ese dinero les vendrá muy bien a muchos emprendedores, y apuesto a que a ellos no les importa que esa empresa haga marketing así. Dependerá de lo bien o mal que la empresa diseñe el proceso de selección de proyectos, que los que financie sean mejores o peores… pero de eso tendrán que quejarse sus accionistas, si eso, pero no veo motivo para que nos enfademos los demás, ¿no? Pero es que, además, las empresas más avispadas no solo harán marketing, sino que algunas se darán cuenta del enorme caudal de innovación que este tipo de iniciativas pone en sus manos, y sabrán valorarlo adecuadamente… y ya lo están haciendo, os lo aseguro: muchas están cambiando el chip.
Espero que estés de acuerdo conmigo, sin embargo, en que resulta como mínimo chocante que, después de tantos años pidiendo un cambio de mentalidad en la gente, y ayudas para los que se lancen a emprender, vayamos ahora a quejarnos de que se esté llevando a cabo gracias a la participación, más o menos interesada, de muchas y variadas empresas. Todo lo contrario, yo solo veo en ello motivos para alegrarse.
Ya, pero es que están saliendo aceleradoras como setas, y muchas aceleradoras no van a ser rentables financieramente. Como acabamos de ver, la rentabilidad no tiene que ser directamente financiera, por lo que es todavía más difícil de calcular para un observador externo que no conoce la estrategia de la compañía. Yo desde luego no me aventuraría a hacerlo, al menos más allá de mi propia empresa. Además, ¿no nos quejábamos justo antes de que lo único que buscaban muchas empresas era un lavado de imagen? Entonces no calcules la rentabilidad de la inversión, porque no te servirá de nada.
La verdad es que no hay que ser Paul Graham ni Dave McClure para darse cuenta de que la mayoría no serán rentables desde un punto de vista financiero. Pues sí, así es, no va a ser sencillo que los retornos económicos de las inversiones que se hagan resulten positivos; en el corto plazo por supuesto, pero en la mayoría de los casos en el largo tampoco. Porque si no es fácil en venture capital (y solo hay que mirar las estadísticas), menos lo es en capital semilla, y menos en Europa… ¡y aún menos en España! Por tanto, como decíamos antes, si pese a eso las compañías lanzan estas aceleradoras será o bien porque creen ser capaces de conseguirlo, o bien porque esperan encontrar otro tipo de retorno. Pero, tanto por un motivo como por otro, tenemos la suerte de que en el ínterim se están financiando startups y además se están formando profesionales de la industria del venture capital, que es básica para revitalizar una economía innovadora… ¡qué más podemos pedir!
Un comentario más sobre este punto: aparte de todo lo anterior, la verdad es que me gustaría conocer cómo variaría la opinión «media» si de verdad todas las aceleradoras se pensaran en términos estrictamente financieros; creo sinceramente que les lloverían las críticas de la misma forma, y precisamente por eso, por buscar únicamente «la pela». Pero sigamos.
Muchos de los que emprenden no están preparados, no saben lo que hacen. Ojo, que esta crítica me parece más seria. ¿No estaremos, con tanta cantinela emprendedora, mandando a nuestras huestes directas hacia el matadero? Es como para pensarlo despacio.
Sin embargo, hay algo en este razonamiento que me da mala espina nada más escucharlo: no me gusta eso de pensar por principio que la gente es tonta, o como mínimo ingenua (dulcificándolo un poco). A mí me gusta pensar que la gente sabe lo que hace, y que se equivoca tanto como podría equivocarme yo mismo, si no menos. Por tanto, quiero pensar que quien se lanza a montar un negocio lo hace conscientemente, habiendo sopesado los pros y los contras.
Por otro lado, y esto se le pregunto a todos los emprendedores que lean este post, independientemente del éxito de sus startups, ¿de veras tú estabas preparado cuando te lanzaste? ¿Lo tenías claro? ¿Sabías lo que hacías, el esfuerzo que te iba a llevar y los sacrificios que tendrías que hacer? Creo sinceramente que la respuesta a las preguntas anteriores sería mayoritariamente negativa. Es más, muchos lo dicen a diario en sus blogs. Pues bien, si esto es así, dejémosles a los que lo intentan ahora, ¿no? El problema no será animarles o no, sino pertrecharles lo mejor posible para poder tomar esa decisión, y por eso mismo creo que hay que espolear a todo el que, empujado por la moda o no, está intentando poner su granito de arena en este sentido. Intentemos entre todos ayudar a formar y a preparar a la gente que quiera montar un negocio, para que se lancen con más garantías.
La mayoría de esta gente que ayuda, muchos dándoselas de experto, solo venden humo. Me llama la atención cuando leo cosas como esta en diferentes foros. Me hace reflexionar, y me parece que hay que andarse con tiento para juzgarlo correctamente. Para empezar me pregunto: ¿qué hace falta para poder ayudar a los emprendedores? ¿Quién puede cobrar por ello? Más aún, ¿se puede cobrar por ello? Son muchas las cuestiones que se me vienen a la cabeza, y que dificultan el análisis.
Así en principio me parece una problemática aplicable no solo dentro de esta categoría o sector económico, sino a cualquiera. Dicho esto, y para no complicar el post -ni alargarlo- me inclino por el argumento que ya utilicé en el punto anterior: ¿por qué pensar que los emprendedores son tan ingenuos? Son clientes tan exigentes como podríamos serlo cualquiera de nosotros, y en general saben lo que quieren, o al menos saben juzgar lo que reciben. Si alguien les vende humo, tarde o temprano se darán cuenta. Quizá en algún caso puntual sea demasiado tarde, puede ser, pero será raro que se vuelva a repetir: ni con el emprendedor, que tendrá bien aprendida la lección, ni con el presunto experto, cuya reputación quedará dañada de forma considerable, y más aún en una sociedad tan conectada como la nuestra. No, eso no me preocupa, la verdad.
Otro tema es la asimetría a la hora de valorar cualquier ayuda o consejo. Me explico: lo que a alguien le puede parecer un consejo o una ayuda de enorme utilidad, del tipo de «me has salvado la vida», para otro puede ser una obviedad y no valer nada. Por eso resulta complicado calificar directamente la ayuda de alguien como humo. Otra cosa muy distinta, y que creo que es lo más habitual, es calificar la actitud, y no tanto la ayuda concreta, como vendemotos. Pero en un caso y en otro prefiero que sea el propio mercado el que dictamine quién verdaderamente lo hace bien y quién solo trata de aprovecharse de una moda pasajera sin aportar nada de valor. Es verdad que podría intentar juzgarlo yo mismo, pero debo saber que en ese caso, y a la luz de la asimetría que acabo de comentar, corro el riesgo de equivocarme y meter en el mismo saco realidades muy distintas, siendo por tanto muy injusto con muchas ellas. Si ese fuera el caso, estaría haciendo un flaco favor a los emprendedores a los que trato de ayudar con mi buen juicio, ¿no crees?
El gobierno está creando esta moda de los emprendedores para que la gente deje de cobrar el paro y se dedique a tributar como autónomos. Esta es la crítica más sólida que he escuchado a esta moda en la que nos hayamos embarcados. Cuando lo leí me impactó, porque me pareció perfectamente plausible. Pero me llamó tanto la atención más que nada porque, de ser cierto, sería una de las pocas estrategias inteligentes de este gobierno y del anterior juntos: quizá, sin querer, incluso hagan algo bueno.
Llevamos años pidiendo a gritos políticas que animen a la gente a cambiar de actitud, especialmente a nuestros jóvenes, a ver más allá del empleo «para toda la vida», de la oposición como mejor opción, etc. Bueno, pues si por una vez unos gobernantes nos compran la idea, bienvenido sea, ¿no? Procuremos, como decíamos antes, formar a todos los futuros emprendedores para que, dentro de lo posible, sepan lo que hacen y puedan tomar libre y conscientemente sus decisiones. Quizá estas políticas sean oportunistas, vale, pero en su oportunismo empujan en la dirección que queremos. Quizá luego no haya ayudas concretas, pero la verdad es que tampoco las esperamos (aunque se agradecerían). Quizá son, por tanto, como el flautista de Hamelin… Pues bien, sigamos el sonido de la flauta mientras nos lleve en la buena dirección, y así será siempre que haya formación y libertad de decisión. Ya tendremos tiempo de votar más adelante en función de cómo lo hizo el flautista, y si cumplió lo que prometía o no. Habrá que exigir, por supuesto, y me apunto a eso, pero de ahí a criticar campañas por las que siempre hemos suspirado, no me parece adecuado, la verdad.
Pues bien, y dicho todo lo anterior, yo ya me he formado una opinión; ¿sabéis lo que creo sobre la moda de los emprendedores? Que las empresas que solo hacen marketing con este tema dejarán de hacerlo si el ROI no es satisfactorio; que los que solo venden humo se quedarán sin trabajo antes o después; que las aceleradoras y similares que no sean rentables de ninguna manera cerrarán; que los gobiernos que hacen bandera de los emprendedores solo para conseguir un puñado de votos se quedarán en la oposición… etc., etc., etc. Pero que mientras tanto, toda esta gente junta, queriendo o sin querer, está ayudando a darle la vuelta a la manera de pensar hidalga y funcionarial de este país, y que quizá sea eso, justo eso, lo que nos hace falta para salir de este agujero donde nos hemos metido.
Antes de terminar quiero dejaros un fragmento de un correo que recibí el viernes pasado:
Hola Gonzalo! Qué tal todo? Yo por mi parte en [—] empujando el negocio lo que puedo y me dejan y echando una mano en otros temas.Tenemos una iniciativa de voluntariado social en la que estoy colaborando. Es una escuela de emprendedores (un clásico!) pero enfocada a colectivos con dificultades (jóvenes, mujeres y mayores de 45 en riesgo de exclusión). Hemos empezado con jóvenes con FP con ideas de negocio y ganas de emprender.
Y continua, pidiéndome que les eche una mano en alguna cosa menor. El correo me lo envió un colega de Teleco con una interesantísima carrera profesional en diferentes empresas, unas startups y otras grandes multinacionales. Pues bien, ahí lo tenéis, echando una mano seis horas a la semana en esa escuela de emprendedores… «Un clásico» la denomina él con sorna, como defendiéndose de las críticas que yo pudiera hacerle por apuntarse a la moda de turno. Y no, no he criticado absolutamente nada; es más, me ha encantado la idea, y pienso echarle una mano. Si la moda de los emprendedores se traduce en gente como esta, sinceramente yo estoy muy a favor de la moda. Lo demás que lo haga el mercado, que para eso le pagan.
No puedo estar más de acuerdo contigo. Eso sí, la demagogia cerrará en el corto plazo, con lo que me preocupa lo justo. ¡Muchas gracias por el comentario!
AMÉN!
Ya está bien de quejarse de esto que llamáis «moda», yo lo llamaría la Única Salida (junto con la emigración). Para qué haya un cambio de cultura y mentalidad general, debe ser un movimiento masivo. Por supuesto que muchos negocios de emprendedores no funcionarán, y el éxito consistirá en levantarse y aprender de ello para volver a intentarlo. Lo que tenemos que conseguir es que el mensaje a la siguiente generación se algo como «yo lo hice por necesidad, hazlo porque merece la pena». Por lo tanto, el siguiente paso será tolerar el fallo de los que no funcionen y animarles a seguir (y no a que opositen)
En cuanto a la preparación de los emprendedores, estamos en medio de la sociedad de la información, no? Nunca ha habido más información, consejos y ayuda disponible para emprendedores (y en cualquier otro ámbito). Y si uno estudia la historia de muchos emprendedores de éxito (en cualquier país y época), poco sabían muy bien dónde se metían ni tenían todo estudiado al milímetro. Esto me recuerda la fiebre por los MBA y me da la sensación de ser estrategia de consultores y demás para hacer negocio.
Por favor, dejemos de asustar a aquellos que por vocación, necesidad o moda decidan cambiar la inercia de nuestra cultura y se decidan a emprender un proyecto empresarial. Será al menos una pequeña gota en la ola de cambio que necesita este país.
Saludos
Abel
Estoy de acuerdo contigo en que es una estupidez partir de la premisa paternalista de que los emprendedores son ingenuos (o simplemente imbéciles) y que no van a saber diferenciar entre el oro y la basura. Sin embargo una de las cuestiones más importantes para tener éxito en un proyecto emprendedor es: eliminar las distracciones y estar más enfocados que un sable láser.
Siendo escaso el acceso a capital semilla y mentoring valioso en España, es relativamente fácil hacer demagogia y ponerle cartel de «aceleradora» a las «mareadoras».
Una aceleradora debe ofrecer: 1) liquidez para que el equipo incremente su foco en producto y desarrollo de clientes, 2) contactos que les permitan mejorar los resultados de su producto y de su desarrollo de negocio al menos un orden de magnitud, 3) aplicarse su propia medicina, ya que en un mercado como el de las startups que solo tiene sentido si se juega a nivel internacional, el estado del arte de la tecnología y la estrategia de negocio es el único punto de partida aceptable para el diseño de una aceleradora.
– Que las empresas pueden hacer lo que les salga de las narices con su dinero: absolutamente de acuerdo.
– Que los que tenemos un poco más recorrido en el ecosistema emprendedor debemos aconsejar a los emprendedores dónde creemos que no vale la pena malgastar su tiempo: es lo menos que podemos hacer como «mentores».