Introducción al Cloud Computing y el SaaS
Artículo realizado por Federico Montes es CTO en AppStylus y con espíritu emprendedor. Experto en sistemas escalables para empresas, Amazon Web Services, NoSQL, Cloud Computing, SaaS, Big Data, GIS.
Ha irrumpido con fuerza en las charlas de los especialistas, noticias del sector, redes sociales verticales y blogs especializados; hay que “estar en la nube” o sumarse al “cloud computing”. Es difícil encontrar medios que no hablen del Cloud Computing y lo vistan como la panacea a nuestros problemas: ahorro en costes y licencias, el “no va más” en la web 2.0.
Se hace notorio cada vez más que los medios se centran en aquellas herramientas que “funcionan” en Cloud Computing y empiezan a surgir términos como SaaS, IaaS, PaaS, Apps, APIs, WebServices y demás que quizá nos desorienten más que aclarar conceptos.
El aluvión de siglas y términos no parece tener fin en un entorno siempre cambiante que parece no tener un horizonte fijo y que nos sitúa en una suerte de inestabilidad tecnológica: ¿Hasta cuándo esto funcionará? ¿Cómo me puedo fiar de lo que me ofrecen? ¿En qué ocasiones es bueno y en qué otras no tanto?
Según un estudio de Wolters Kluwer, el cloud computing (62%), internet y el uso de las redes sociales (87%) son percibidas por los asesores como beneficiosas para su negocio; es decir, por si fuera poco, nuestros asesores nos van a indicar que tomemos al asalto la “nube” y nos embarquemos en el mundo de ventajas sin fin que parecen manar para el mundo empresarial.
Pero, realmente, ¿qué es toda esta jerga nueva y qué implica para mi empresa? ¿Cómo lidiar con tantos términos sin liarme? y, la pregunta del millón: ¿cómo nos puede ayudar en nuestros negocios y discernir qué herramientas usar en el día a día? El siguiente artículo trata de desenmarañar conceptos asociados a “La computación en la nube” o Cloud Computing desde una visión que pretende aclarar los puntos más difusos relacionados a éstos.
¿Qué es el Cloud?
Para ir desgranando esta telaraña de conceptos, nos iniciaremos en el más básico: Cloud Computing. A partir de ahí veremos cómo al ir estirando de los hilos del eje principal los otros conceptos nos irán apareciendo mucho más claros.
Imaginémonos en una pequeña empresa del año 1999. En aquél entonces, y aún cuando ya se empezaba a oír las bondades de Internet en el entorno empresarial y estábamos de lleno en la burbuja de las punto com, la estructura típica de una organización era tener el sistema informático en sus propias oficinas (sistema de correo electrónico, documentación, contabilidad, copias de seguridad) y quizá algún servidor externo para alojar la web corporativa. Era muy habitual que todas estas empresas tuvieran toda una serie de ordenadores que, dependiendo de la pericia del informático, sirvieran con mayor o menor eficacia las necesidades digitales.
Esta infraestructura no sólo estaba presente en un entorno pequeño, sino que las medianas y grandes empresas también tenían unas plataformas similares, aunque enfrentándose a problemas un poco más difíciles: la localización en varias oficinas, el tratamiento de datos seguro en mensajes de correo o teléfono, volumen de datos inmenso, conectividad, etcétera.
Veamos cómo ha ido esto evolucionando hasta el día de hoy en nuestra pequeña empresa.
No son pocas las empresas que han dejado de tener su sistema de correo y copias de seguridad locales y han optado por irse a utilizar los servicios de Google Apps (o sólo Gmail) y Dropbox. ¿Cuál es la ventaja? En un principio parece obvia: por mucho menos dinero (incluso gratis) podemos tener toda la funcionalidad que antes nos daba un servidor propio de correo pero sin tener que gestionarlo y sin preocuparse de su ciclo de vida: discos duros, reinicio de la corriente, errores de software…
Además de tener un servicio como el correo electrónico de toda la empresa en un programa externo, nos encontramos con que ¡estos correos son accesibles desde cualquier lado de Internet mediante un simple usuario y contraseña! Es decir, los empleados pueden conectarse a él desde cualquier lugar con Internet, con lo que mágicamente se solucionaban los problemas de descentralización.
Lo mismo pasa con DropBox. El Gerente escribe la importante documentación en su ordenador y para evitar los estropicios de algún infame virus, se guarda en DropBox sus documentos para tener así una copia de seguridad a buen recaudo incluso de incendios y manteniendo las mismas ventajas que su homólogo el mail: es accesible desde cualquier punto de Internet con usuario y contraseña e incluso podemos compartir su contenido sin los tediosos emails que envian los documentos de ida y vuelta.
Pues bien, este simple concepto de tener externalizadas algunas partes de nuestros servicios básicos en un sitio remoto, ajenos a su funcionamiento interno y confiando en que siempre lo tendremos disponible es lo que se llama Cloud Computing: la nube en este caso es Internet y los sistemas que habitualmente teníamos dentro de nuestra organización los confiamos a un tercero que realizará las gestiones por nosotros. El término es un poco más genérico debido a que no hace falta que usemos Internet para tener una estructura en nube. Lo que sí que parece claro que Internet nos ofrece el entorno idóneo para llevar a cabo este tipo de plataformas.
A partir de ahora Internet ya no nos ofrece sólo páginas web corporativas o juegos online, también nos ofrece funcionalidades que hasta hace poco estaban centralizadas en las empresas: esto es lo que se llama servicio. Ahora Internet nos ofrece servicios, las empresas tecnológicas tales como Google, Microsoft o Yahoo! ya no nos quieren vender (tantos) programas para nuestro ordenador, si no que se centran en ofrecer cuantos más servicios en Internet mejor.
Si una empresa nos ofrece un software como servicio, literalmente en inglés “Software as a Service”, tendremos las siglas del archiconocido SaaS.
Beneficios y desventajas
Ahora ya sabemos qué es el Cloud Computing; en realidad no era tan difícil, pero existe cierta tendencia a vestir de falsa complejidad los asuntos concernientes a plataformas de programación.
Ya sabemos qué beneficios nos trae en cuanto a infraestructura. ¿Se ha de preocupar una empresa del servicio de correo si confía en Gmail? ¿Tenemos que pagar alguna licencia por tener el Exchange Server o el Outlook? ¡Por supuesto que no! Toda la problemática de almacenar datos y datos en nuestro servidor y estar pendiente si un día funciona o no, o si no hay suficiente disco duro o incluso se rompe alguno, queda en manos de una compañía que nos ha demostrado su solvencia en cuanto a gestionar estos problemas que no nos importan.
Ese mismo beneficio es el que, por contra, nos muestra la gran desventaja; y es que a lo largo del artículo he insistido en la palabra “confiar”. Nosotros “confiamos” en que Gmail nos va a servir el e-mail puntualmente, que no tendremos problemas de espacio, que no se perderán en la red, que los podremos ordenar, buscar e incluso descargarlo y además será accesible desde cualquier lado.
¿Pero, y si un día Gmail deja de funcionar?
Y es que nadie se libra de algunos cortes en el servicio, ni tan siquiera los grandes pueden sacar pecho ante estos datos que se han hecho públicos y que mucha gente ha vivido en propia piel: durante 2010 hubo varias caídas del servicio de correo de Gmail, incluyendo un apagón de dos horas y media en febrero, uno de treinta y seis horas en marzo y uno de dos horas en septiembre. ¿Por ello deja de ser un servicio de confianza?
Pero lo peor, ¿y si el servicio directamente quiebra?
En el caso de Google y Gmail, quizá es un ejemplo algo poco plausible (de momento), pero sí en un servicio, pongamos por caso, de contabilidad: ¿podemos fiarnos de que los datos estarán a buen recaudo? ¿Qué pasaría con mis datos? ¿Quién me los recuperaría?
Es obvio que cuando se externaliza un sistema, todos los inconvenientes de tenerlos ubicados en su propia casa desaparecen, pero se establece una relación de confianza con la que ambos tendrán que negociar en un punto que sirva de equilibrio. Es más, aún teniendo esta relación de confianza, cuando se trata de datos, sería conveniente establecer sistemas de “emergencia” que nos aseguren que tendremos los datos más sensibles de una u otra forma.
Conclusiones
En ocasiones nos vemos abocados a una tendencia, que colma el tránsito en Internet y nos sacude con tal fuerza que no hacer lo que en ese momento está sentenciado como verdad de facto nos convierte en carcamales tecnológicos. Las preguntas que se nos pueden venir a la cabeza serían si es el cloud una moda pasajera o algo a lo que se aferran las marcas para ganar puntos en un mundo claramente marcado por la conveniencia del momento. Quizá no es tan bueno el cloud como lo pintan.
Sería ése el momento más indicado para preguntarnos también en qué medida nos supone un ahorro en costes más que en quebraderos de cabeza. Para mí la respuesta es simple y clara: el cloud es definitivamente el futuro de la informática. Una empresa que basa sus servicios en la nube tiene un ventaja con respecto a las más “tradicionales”: es muy fácil su crecimiento. La escalabilidad de una solución cloud con respecto a otras es escandalosamente alta y con unos costes a veces ridículos. El cloud no es más que una especialización más en el mundo de Internet: ahora ya no hay “expertos en Internet” sino que hay expertos en cada uno de los servicios y utilizan la nube para vehicularlos. A ellos son a los que confiaremos nuestro futuro tecnológico y nuestra tranquilidad. Así nosotros podremos seguir ocupándonos únicamente en lo que nos hace buenos.
En el artículo siguiente veremos qué herramientas pueden ser útiles para nuestro negocio.
Más artículos:
– Jerga y servicios cloud para las PyMes y profesionales
– Seguridad en la Nube
– Uso adecuado de la nube
– La nube y las redes sociales para PyMes y profesionales